lunes, 26 de febrero de 2007

Argucias, artimañas y otros enseres

Mis dedos golpean el teclado, intentando saber en que orden deben pulsar las teclas que ceden a su mínima presión, y así poder dibujar el camino para contar lo que me vuela la cabeza. Los índices repiquetean sobre las cuadradas cápsulas de plástico, los pulgares se impacientan, queriendo encontrar el espacio preciso entre dos palabras, que necesariamente deben ser alumbradas en primer lugar. Es un mareo inquietante, una indescriptible sensación de desasosiego que a veces me recuerda a un caballo metido dentro de un redil, golpeando fuerte contra las tablas que lo tienen preso. La idea fluye por mi estudio, pero se resiste a ser atrapada, como lo hacía la sombra de Peter Pan dando vueltas por la habitación negándose a que la emparejaran de nuevo con su propietario. Volcar en palabras lo que llevo dentro, o lo que yo no sabía que anidaba en mi interior, es equiparable al proceso de convertir un negativo fotográfico en una copia, es leer en un espejo algo escrito en una hoja, es inventarse unas huellas que seguir por la línea de costa antes de que suba la marea.
Sitúe un hombre frente a sus contradicciones, pertrechado con un fusil cargado de argumentos: no aguantaría ni un solo asalto. Escribir es, para mí, dejar constancia de ello, explicarme a mí mismo todo aquello que no entiendo.
Seguro que no soy el único que escucha el sonido de cascos de caballos cuando golpea el teclado, que sabe que una hoja en blanco huele mucho mejor después de llenarla de palabras escritas. Escribiendo aprendí a salvar partes de mí que de otra manera hubieran quedado olvidadas, como viejos restaurantes de carretera al que una autopista terminó sepultando.

viernes, 23 de febrero de 2007

Dos minutos antes de conocerte

Deja de mirarme las tetas, me dijo chicatabladesurf con un tono levemente arisco, y juro que quedé sorprendido, camaradas. Era una de esas mañanas en las que uno no deja de sufrir indiscriminados ataques de surrealismo por todas partes. Aquello era como si hubiesen prohibido el marisqueo en las costas de la Castellana. La miré a los ojos con la misma pasión que pone un peatón en su oficio y desee interiormente que entre ella y yo surgiera una ola que le hiciese necesario utilizar su atlético torso para alejarse de allí. No se obró el milagro y vi como una sonrisa breve, seguida de una risotada tan abierta como insultante, se abrió paso entre nosotros con la fuerza de una presa que se desborda. Chicatabladesurf me miró a los ojos sabiendo que había ganado la primera partida entre nosotros, que me había robado la cartera y que yo además le aplaudía como un bebé.
"Una manera algo agresiva de iniciar una conversación, me parece", le espeté.
"Una manera algo agresiva de mirarme, me parece", respondió ella.
Sin apenas darnos cuenta, estábamos participando en la primera reunión del equipo de producción que iba a rodar un corto de Ciencia Fricción, aquel que nos mantendría ocupados una agradable temporada.
Nunca lo exhibimos en las salas comerciales, por supuesto, pero en los reducidos cenáculos de Arte y Ensayo se convirtió en leyenda. Aún hoy se comenta como el director consiguió convertir a chicatabladesurf en una mujer con las velas desplegadas. No fue una cuestión ni de tiempo de apliques externos, fue una cuestión de cambio en la mirada.

martes, 20 de febrero de 2007

El día de la huelga sentimental

Ya no era un secreto a voces lo que se murmuraba en todas las esquinas en las que uno quisiera pararse a escuchar. La huelga general y definitiva estaba en marcha, las pútridas centrales sindicales habían aunado esfuerzos para desterrar lo que algunos aún sentíamos en tiempos de cólera y frío sitiado. Nada más obsoleto que un telegrama en tiempos cibernéticos, se nos argumentaba. Nuestras miradas ya no tendrían ocasión de seguir siendo certeros disparos de cerbatana. El sotfware de tu amor, como les gustaba llamarlo, no era compatible con el ultimísimo sistema operativo. y yo no quería verme convertido en un simple pendrive con ganas de descargarte programas.
Que no te asusten los piquetes, te recomendé en mi último mensaje. Su único arma es la silicona para sellar cerraduras, y a tí nunca te ha hecho falta. Quedamos en vernos en el Semicírculo de Bellas Artes, justo antes de la rotonda cuadrada que quedaba pasando el obelisco subterráneo. Siempre pensé que el urbanista que diseñó esta ciudad había leído Las ciudades invisibles de Italo Calvino sin haber llegado a entenderlo del todo...
Sorteaba a los manifestantes hostiles a empellones mientras avanzaba por la calzada. Dentro de mí retumbaban los versos de Benjamín Prado, "se puede huir de la verdad, pero no escapar de la mentira". No sabía aún si estarías al final del destino, pero nunca nadie se había sentido tan lleno sabiéndose un esquirol.
Dejó de tener sentido el preguntarme si triunfaría o no la convocatoria, a mí sólo me interesaba ganar en nuestra circunscripción electoral propia.

sábado, 17 de febrero de 2007

Hipótesis desenfocada

La mujer que anoche no me presentaron terminó desayunando esta mañana con el tipo que nunca fui. Entre las tostadas brotaban risas de las que nunca fui artífice, y no husmeé los libros de su biblioteca que nunca, lo sé de buena tinta, nunca sabré si había leído o no.
Espejismos son tus sueños, sé que seguirás pensando. Ciertamente. Lo que en otros días era una virtud, termina siendo algo desdeñable. La joya de la corona convertida en objeto de una tienda de Todoacien. Escucha lo que leí en Nocilla Dream y que anda dándome vueltas. Juega el autor con la posibilidad de que sus nietos encuentren en el año 2057 una carta suya y un cd donde cuenta su vida. Lo más probable es que, si logran reconocer el cd como algo será sólo como un objeto propio de las películas antiguas. Aún en el remoto caso de que encontrasen en esa época un aparato reproductor de tal artilugio, lo más probable es que no encuentren programas que le ayuden a descodificarlo. Ahí surge la paradoja: seguramente la carta, la antiquísima carta escrita con tinta sobre papel, sea lo único que sea posible leer e interpretar.
Elige dónde vas a contar tus sueños. Ahora ya sabes por qué no me separo de mi cuaderno Moleskine de tapas negras.

martes, 13 de febrero de 2007

Hipérboles con poca vocación de serlo

Bebo cerveza en vasos altos y cilíndricos. Es mi tubo de escape.
Me resisto a confesarlo en voz alta, pero creo que mis palabras eran el alféizar en el que te apoyabas. Quizá eso era lo terrible, que creyeras que eran simples piezas arquitectónicas, y que nunca descubrieras que detrás había sueños que les servían de forjado y que las sustentaban.
Supongo que hay corazones como carros de supermercado, que se llenan y se vacían sin importar demasiado. Tengo tanta certeza de ésto como de que hay versos que se quedan una noche en remojo y que, al día siguiente, están más tiernos. Dan grima, en ocasiones.
Lucha por no irte a descansar cada noche en un saco de dormir llamado resignación, y atrévete a utilizar de una vez por todas el juego de sábanas de la insurrección. Las almohadas son ruedas de repuesto, que nos permiten descansar con la tranquilidad de tener un respaldo.
Odios tan acerados como marcapáginas, frigoríficos que aún huelen a otoño al abrirlos, imperios decadentes del que somos los últimos estandartes. Sigo mirándoos a todos a los ojos y espero el momento acertado para decir todo aquello que callo.

sábado, 10 de febrero de 2007

El deseo en sidecar

Yazmina me contó anoche que estaba enamorada en secreto del tendero. Ya no sueña con el queso parmesano, ahora le gustaría que le sirviera un poco de queso semental. Me extrañó que me hiciera ese tipo de confidencias, no es una mujer que crea que todo el monte es orgasmo. Todo cambió en su vida, sospecho, cuando llamó a la empresa que se dedicaba a blindar puertas. Cuando se presentó en su pisito el operario, decidió que lo que quería era que le instalase una puerta acorazonada en su vida. El intercambio de servicios funcionó un tiempo, hasta que notó que en el fondo el tipo blindaba bien, pero con las puertas correderas era un desastre. Le dió un portazo a la relación y, al poco tiempo, encontró un poeta en ciernes. El pobre chaval ponía todo su empeño, pero solo sabía de pareados, cuando Yazmina precisaba más bien de apareados. El dueño de una armería también aportó su granito de pólvora a esta historia, pero se quedaba encasquillado con harta frecuencia.
Mi fuerte nunca ha sido dar consejos, pero creo que le voy a sugerir que se lance pendiente abajo, o cuesta arriba, según se mire. Odio el papel del desarticulador de utopías, yo me limito a acordonar las suspicacias y luego interrogarlas de una en una. Ojalá se lance pronto al ruedo y dejen de cruzarse hipnóticas miradas llenas de acasos. Hasta donde yo sé, ninguno de ellos lleva inscrita en su piel ninguna fecha de caducidad.
Ayer, mientras caminaba por la playa, vi familias enteras desperdigadas en la arena que habían comprado los abonos para una nueva temporada de la felicidad. No debería retrasarse Yazmina en acercarse hasta la taquilla donde las expenden, ella verá si luego se queda a ver el festival completo.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Motor de búsqueda

Gozan las busconas de una pésima fama en algunos ambientes, y nunca he entendido la razón. Yo me veo a mí mismo como un buscón, émulo de aquel que retratara Quevedo hace unos cuantos siglos. En aras de la igualdad de géneros, preconizo una recuperación del término. Aquellas que se sientan englobadas dentro de ese término, les rogaría me lo hiciesen saber.
Sin ir más lejos, tú misma. Sigues estando en busca y captura en mi cabeza. He llenado de pasquines los alrededores, y a la que te descuides, las fuerzas de ocupación que he enviado al frente cumplirán sus objetivos. Te busco y te emboscas, pero sé desandar caminos y sortear empalizadas. Algún día descubriré la entrada al zulo donde te refugias, y no creo que te deje salir. Entraré yo.
Nunca pude deshacerme de mi arcaico buscapersonas. Un aparato con ese nombre siempre puede ser útil. Eso es una regla de oro para gente como yo, buscavidas vocacionales. Creo que todos llevamos un diccionario lleno de palabras dentro, y he dedicado horas a buscar palabras dentro de determinadas personas. En ocasiones, no logré encontrarlas. No supe si es que no las tenían o que simplemente yo las buscaba con hache y se escribían sin ella, o iban con zeta. Vaya usted a saber.
Hay libros que busco durante tiempo y luego aparecen. Ando ahora con El enamorado de la Osa Mayor, del polaco Sergiusz Piasecki, una envolvente aventura de contrabandistas que consigue mantenerme atento, trayendo de matute imágenes a mi cabeza. Caracolea por mi estudio los Versos de la perra negra, de Pura Salceda, pasión devoradora por los cuerpos y lo que esconden sin ocultarlo. Nocilla Dream, de Agustín Fernández Mallo, aguarda su turno, creo que algo impaciente...
Lo bueno de un motor de búsqueda es que no necesita más carburante que el que su propia curiosidad genera. La máquina infinita y perfecta.

domingo, 4 de febrero de 2007

Lunas de miel cayendo en paracaídas

Sólo en los libros puedes hablar con extraños, dice el escritor cubano Antón Arrufat.
No mires hacia arriba, aunque te pongas en el amplio descampado de las dunas no van a venir del cielo y caer a tu lado. Yo soy el extraño al que le cuentas todo aquello que te hubiera gustado encontrar escrito en algún libro.
Tendremos suerte si no nos caen trozos de granizo, o restos de alguna antigua nave espacial soviética. Todos los días al levantarnos cruzamos los dedos aguardando un milagro, esperando que algo de lo que hemos soñado pase del terreno etéreo a la realidad. Y no va a suceder, como te he dicho. Apostamos fuertemente por un mundo que creíamos que iba a ser mucho más acogedor, y la mayoría de las veces salimos corriendo con las fauces de los perros pegadas a nuestros talones. Alguien nos contó que estaban pasando una bandeja llena de canapés, pero nosotros solo alcanzamos a ver migajas del festín. Nos hablaron de barra libre en los afectos, y cuando nos íbamos, ebrios de felicidad, nos pasaron la cuenta. Otra vez nos habían engañado.
No pienses que soy un derrotista, todo lo contrario. Te hablo de todo ésto para que sepas que he estado en el frente de batalla y he podido regresar para contártelo. Cuando mires hacia las nubes y veas que no se te viene encima el cielo, como tanto temía Abraracúrcix, el jefe de la aldea gala de Astérix, verás que existen poderosas razones para no esperar lunas de miel aéreas.
Adereza tu avaricia de lotería de sueños, aunque a veces sólo toque el reintegro. No siempre te tiene que tocar el gordo para que siga la emoción del juego.
Quiero pensar que sigo siendo un materialista, de aquellos que traían el material para seguir construyendo castillos en el aire.

jueves, 1 de febrero de 2007

Bravo Eco Sierra Oscar Sierra

Is this frecuence in use?
Avanzo al ralentí mientras sonrío al resto de conductores que vociferan a mi lado. Disimular siempre, sonreír como si lo entendieras todo. Cambio.
Abro algunos libros y descubro que tienen dentro un agujero negro que me absorbe. Mantra, de Rodrigo Fresán, cobija en su interior un laberinto que termina desembocando en un pasadizo que finaliza en una red subterránea de alcantarillas. Tuve la suerte de seguir el camino con una luz envidiable. La envidiable pericia narrativa del argentino es ya incuestionable para mí. Después de los Diarios de Kafka, que fue el que terminé antes, quedo fascinado ante la maestría con las palabras de algunos de mis fabuladores predilectos . Nueve novísimos poetas españoles, de José María Castellet, en una edición revisada y puesta al día con nuevos comentarios, no me terminó de convencer como poemario, aunque sí como ejemplo de lo que puede ser un buen gancho de izquierda. Cambio.
Desearía saber cuál es la diferencia entre los cambios de estados de ánimo y las mutaciones, tintadas de metamorfosis in extremis. Cambio.
Tengo complejo de ser un ornitorrinco en Oxford con novia en Monrovia. Busco similares. Cambio.
Escuché como alguien rasgaba los papeles con algo que yo había escrito y me sonó como latigazos en mi espalda. Cambio.
Un náufrago está desolado porque no tiene conexión a Internet, y no puede hacer el pedido de botellas vacías con tapón. Cambio.
He visto corazones inflados con anabolizantes. Lo que no crece de forma natural, termina siendo un proyecto certero de fracaso. Cambio.
Cambio, afortunadamente cambio y no permanezco igual. Pobre de aquel que no lo haga. Corto y cambio.
(Sueño con ser el último radioaficionado que transmita palabras que ya nunca nadie va a oír)
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