Toque de queda
Si te toco, ¿te quedas?
Días en los que deseaba hubiese un Levantamiento Militar que te obligase a pernoctar en mis brazos, so pena de fusilamiento en caso de desobedecer. Me imaginaba financiando un curso práctico de fonética para los de caqui, para que pudieran efectuar su Pronunciamiento Militar con todas las de la ley. O la ley de ellos, claro está. Por un día, chicos simpáticos.
Al día siguiente, lanzarnos a las calles de la hipotética Lisboa que todos llevamos prendida en un rincón de nuestra ignorante memoria, abducida por los clichés que ya no nos molestaremos en revisar. Dedicaremos la mañana a colocar claveles relucientes en la boca de los fusiles oxidados, mientras soñamos que todos los días son el 25 de abril.
Caminaré contigo por las faldas de una montaña, con la permanente intención de ver que había debajo de ellas.
Y de ti y de las tuyas.
Y seguir manoseando las palabras hasta que te aburras de mí o de ellas. Agrupar los silencios en la esquina y pagarle a un sparring para que los entretenga.
Abalánzate sobre la mochila que aún no tenemos colgada en ninguna parte, pero que más da. Inventemos desde ya un perchero donde ubicarla.
En cuanto pueda, voy a bombardearte.
Insurrecta.