Tu llegada a la comarca disparó el Indice de Tiabuenez (ITB) hasta entonces predominante en el territorio. Cualquier hábitat era bueno para que destacases, ya se tratara de la taiga siberiana, la selva de Sumatra, la tundra escandinava o la pradera norteamericana. Entonces surgió la idea.
Lo primero que se me ocurrió fue digitalizarte, pero stricto sensu, es decir, artesanalmente, con mis propios dedos. Pasarte a formatos íntimos era tentador, pero un ataque de filantropía me hizo pensar en compartirte con el resto de la humanidad. Así, en mosaicos, como una vidriera gótica, como el drac de Gaudí en el Parc Güell de Barcelona...
Podrías convertirte en un politono para mi teléfono móvil, y así poder bajarte y no tener que subir yo siempre. Llevarte en el bolsillo y hacerme vibrar cuando te escuche. Pensé en convertirte en plancton, y que llenes todo el espacio que me rodea, y que me nutras, y que te pueda comer con solo abrir la boca. No deseches la posibilidad de envasarte en forma de foie, darías mucho juego. Aún tengo que decidir donde voy a extenderte para poder paladearte como mereces. No voy a proponerte que te conviertas en un sacapuntas, es absolutamente consustancial a tu persona. Lo tienes muy fácil, lo haces sin darte cuenta.
Me alisté en esta guerra como consecuencia de una bravata nocturna de borrachos en un bar, y he terminado convertido en un tratante de ultramarinos, pero de un género muy delicado.
El que tú expides.