Haciendo inventario
Siempre creí, cuando era pequeño, que hacer inventario debía ser una cosa divertidísima. Suponía que debía ser algo así como inventarse historias, o hacer inventos, como el Profesor Bacterio o Eugenio Tarconi. La cruda realidad de la adultez vino, como en tantas ocasiones, a descubrirme la auténtica etimología de las palabras que yo atesoraba. Para que hurgar en lo que debería haber sido y no fue, mejor seguir creyendo particularmente en mis significados íntimos para las palabras. En otra ocasión, pregunté por el significado de la palabra cómodo, y cuando se me explicó que era algo que nos gustaba, que nos hacía sentir bien, adjudiqué ese valor a algo que me gustaba mucho. A partir de ese instante, las papas fritas eran para mí cómodas.
Hago inventario, pues, y descubro que hace tiempo que hecho en falta un traductor simultáneo. Siento las cosas de una manera y me doy cuenta de que cuando abro la boca solo salen sandeces. No encuentro la ocasión de contar lo que realmente siento, y, cuando la ocasión es supuestamente propicia, las palabras que pronuncio no tienen nada que ver con lo que pienso. Seguro que en mi interior se ha producido un motín dislálico, organizado por la Resistencia Antiamaestramiento. Bendita sea, menos mal que aún quedan elementos sediciosos por aquí adentro.
Por contra, en el capítulo de las adquisiciones percibo un alza del capítulo que recoge las decepciones, terreno abonado desde que empecé a ejercer de detective. Curiosamente, el apartado caricias y besos permanece absolutamente estancado, de alguna manera habrá que tomar decisiones en ese departamente, bien insuflarle algún crédito para aumentar su rendimiento. o directamente clausurarlo. Barajo la posibilidad de que sea simplemente un museo, y llenarlo de cachivaches interactivos, para que cuando venga alguien por lo menos se entretenga. El deseo, en la sala de máquinas, parece a primera vista que no sufre graves desperfectos. Ya se sabe, tras un balón siempre hay un niño. Detrás de dos balones, no hay dos niños, solo un niño que corre mas rápido.
Mejor no me quedo a esperar los resultados. Igual descubro una diferencia abismal entre el Debe y el Haber. Teniendo en cuenta que también soy yo el contable, igual descubro que me he hecho un desfalco y tengo que despedirme.
5 Comments:
Oye, estás bieeeen???
Aqui están mis ojos pa leerte...dame un silbidito...
Aijop, aijop, al bosque a trabajar...
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Le noto descompensado, detective, eso no puede ser, habrá que equilibrar el Debe y el Haber :)
detectiveee arriba ese animo... .. que el estar vivo ya supera todos los desequilibrios de deber y haber,,, lo importante es ser y estar, y sonreir.. cerrar los ojos para ver,,
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