El fetichismo entendido como una de las bellas artes
Como cualquier aspecto de la vida, puede resultar escandaloso, escabroso y poco razonable a los ojos de los demás. Sin embargo, no entiendo la vida sin llevar determinadas manías hasta su más sublime representación, puesto que, de no cubrirlas con todos sus excesos, perderían por completo su razón de ser, incluso su nombre. Damas, caballeros, se hallan ustedes ante un prototípico representante de lo que se ha dado en llamar un fetichista.
Confiero un valor determinado a los objetos, no por lo que en sí son, sino por lo que para mí significan. En este sentido, creo ser como la mayor parte de mis congéneres. Quien más y quien menos guarda en una caja sobrecitos de azúcar, entradas, algún objeto que se hace acompañar de carga simbólica. En el gremio de atracadores, subsección "navaja en ristre", ¿cuántas veces no habrán escuchado aquello de "por favor, no me quite esto, que no vale nada y tiene mucho valor sentimental para mí"?. Pues por ahí van los tiros (o los navajazos, según se tercie). Tengo almacenados en mis estanterías decenas de objetos, que van desde piedras o arena de algunas playas, hasta miniaturas de furgonetas de reparto antiguas, pasando por un robot de hojalata que anda a cuerda. Cada uno de ellos está ahí por algo, cada uno cumple una función. Como dicen los cineastas, en una película de cine no hay nada gratuito. En la mente de un fetichista convicto y confeso, tampoco.
Fotos, papeles, cartas, objetos de lo más variopinto no están nunca de más. Somos los reyes del reciclaje, todo vuelve a tener una segunda oportunidad. El sueño de cualquiera de los nuestros es contar con una buhardilla, llena de cofres y parcialmente iluminada por una claraboya, donde pasar tardes enteras buscando y rebuscando, palpando láminas, juguetes con un delicado placer, secreto.
¿A qué estás esperando para salir del armario de una vez por todas?. Formalicemos nuestra manera de entender el mundo, fundemos una Liga que proteja nuestros derechos, hermanos fetichistas tan vilmente pisoteados. Eso sí, en caso de fundar nuestra Sociedad, me pido el libro de actas.
3 Comments:
me vas a odiar profundamente...
siempre he deseado ser lo suficientemente organizada para ser fetichista. soy de las que, cuando pasa algo importante, o simplemente significativo, mitifico los objetos que me rodean en ese momento y pienso en guardarlos para siempre. el problema es que luego llego a casa, y pienso, "¿y dónde pongo yo esto?" (me pasa mucho con servilletas, cerillas, mecheros y otros objetos pequeños), o aun peor "puf, esto luego se va a llenar de polvo, pa qué lo quiero en la estantería?" (esto para objetos más grandes, o difíciles de guardar en cajones).
Realmente, hay una razón de mayor peso que me impide ser fetichista. Últimamente me da por pensar en el mal rollo que me dará en el futuro tener ese objeto recordándome épocas mejores (si en realidad es que soy una pesimista irredenta, cualquier tiempo presente es mejor). así que nunca los guardo, y si lo hago, los escondo en un sitio extraño, para no encontrarlos nunca.
aún así, todavía conservo las entradas de todos los conciertos a los que he ido en los últimos 4 años. quizás deba empezar una colección...
muy chulos tus últimos posts. me has puesto los dientes larguísimos con lo de los 24 libros comprados en vacaciones. un día deberías poner una foto de tu biblioteca, que me dará algo...
Como acumuladora de todo tipo de objetos me identifico totalmente con tu posteo (por cierto, aprovecho para decirte que cada día me gusta más tu blog, qué manera de escribir tienes...).
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