L'été s'est terminé
O sea, se acabó lo que se daba. Treinta y uno de agosto. Para mí, y, por lo que sé, para muchos otros, hoy es realmente el fin de año. Todavía, oficialmente, habrá que esperar hasta el 31 de diciembre, pero creo que la fecha de hoy es mucho más significativa. De hecho, cuando hable de acontecimientos que pasaron, pongo por ejemplo, en junio, hablaré, indefectiblemente, del año pasado.
Coincidiendo con la vendimia, que la presumo cercana, pienso en algo que ví algunas veces y que marcaba de una forma muy gráfica lo anteriormente expuesto. La labor de limpiar los barriles, prepararlos para la nueva cosecha de vino. Es curioso, se lavaban con la intención de quitar las impurezas, pero, en cierto modo, beneficiándose también que lo que el poso del vino iba dejando en la madera, generalmente de roble francés, que se decía que era el mejor. Pues así me he sentido estos días, limpiando mis propios barriles. A ver que tal se da la próxima añada.
Por lo pronto, mañana vuelvo a mi antiguo lugar de trabajo, donde tanto me dejé, donde tanto aprendí, y donde hay tanta gente a la que aprecio de manera sincera. Lo que más me sorprende es que, a diferencia de los últimos nueve años, vuelvo tal como llegué por primera vez, hace once años, y con una sensación de novedad, de emprender un nuevo cometido. Siento una alegría casi irresponsable, directamente relacionada con la ausencia de responsabilidades que no tengan que ver conmigo directamente. Después de tantos años supervisando el trabajo de otros, ésta es una sensación amigable, que hace mas atenuada la vuelta al redil.
Y empieza el año de manera trepidante. Concierto de un amigo el viernes, música para camaleones al día siguiente. Volver a la ciudad un sábado por la mañana, recorrer túneles, tocar puertas nuevas.
Voy a revisar mi tomavistas de super 8, a ver si todavía me queda película para seguir rodando.
1 Comments:
Vamos, que te guías por el año escolar... ;)
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