lunes, 28 de agosto de 2006

Disparen sobre el pianista

(Tengo permiso personal de François Truffaut para piratearle de forma impune cualquier título de sus películas, tan enormes todas ellas.Luego les cuento)
Poco a poco, aterrizaje, sobreponiéndome al jet-lag psicológico que te da estar mas de un mes fuera de casa, con un poco mas de dinero que el resto del año y con voluntad de invertirlo en uno mismo, que es la empresa mas rentable en la que invertir, no lo olviden. La vuelta a la cotidianeidad tiene sus gratas sorpresas, aunque engrasar la maquinaria, volverla a colocar sobre los raíles antiguos, pues a veces cuesta un poco. Lo peor que llevo, responder a la estúpida pregunta al volver. "¿Ya has vuelto?". Pues no, mira, aún no. Soy un holograma y mi poseedor creo que se queda una semana mas por ahí...Aún así, disponer de unos días antes de empezar el día uno, pues dan una cierta sensación de poseer una bombona de oxígeno. Además, tener la playa tan cerquita...Hoy pensaba en la hamaca en lo terrible que tiene que ser al revés para muchos, eso de estar dos meses al lado de la playa y luego echarla tanto de menos. Afortunadamente, yo he hecho el camino contrario. Me encanta vivir donde vivo, lo he dicho infinidad de veces. Sigo teniendo la sensación de seguir estando un poco de vacaciones todo el año.
Acabé el libro de entrevistas a Roberto Bolaño. Algunas respuestas, impagables.
Entrevistadora: ¿Por qué le gusta llevar siempre la contraria?
R.B.: Yo nunca llevo la contraria.
"La literatura no se hace solo de palabras", dice en otra parte del libro. Me encantó leerlo de un solo tirón, me pareció que era una muestra más de su genio. Terminé también El juguete rabioso, de Roberto Arlt, y me parece que será un autor en el que voy a seguir profundizando. En poesía, estoy con el jovencísismo Ben Clark y su poemario Los hijos de los hijos de la ira. Apuntan muy buenas maneras sus poemas, muestran un camino interesante.
(Y volviendo a lo de Truffaut. Es que hay días en que me siento francés, muy francés, muy nouvelle vage. Realmente, debería decir que me siento francés de los años cincuenta, leyendo Cahièrs du cinema. Y me apuntaría a ser yo todas esas maravillosas pelis del director francés. Hoy tocó la protagonizada por Charles Aznavour, pero no descarto que mañana me levante sintiéndome Los cuatrocientos golpes, o Antoine Doinel, a saber. Esto es imprevisible. Peor sería que me sintiera Mi querida señorita, de Jaime de Armiñán. Vamos, digo yo. O quedarme sin cobertura en medio de un barranco y luego no poder recobrar maravillas llegadas a mi móvil...)

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Te vas a arrepentir por ser tan malo. Prepárate...

28 agosto, 2006 20:28  

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