En un cobertizo
No preciso de mucho para sentirme arrebatadoramente lleno, saciado y cartesianamente feliz. Tarde de otoño, y una pequeña colina con vistas a un mar, preferentemente con playa y arena. Libros por doquier, enfrentándome al maestro Gil de Biedma cuando pedía en su poema De vita beata que no hubiera libros en su particular Vailima. Mi particular belvedere, sin mucho mas que una mecedora, una sombra apacible y tiempo para disertar conmigo mismo. Aunque suene jactancioso, juro que yo solo nunca me aburro, siempre tengo estrategias para llenar de sorpresas mis horas. Eso no quiere decir que sea un ser solitario, ni un anacoreta que rehúya el contacto con los otros, nada de eso. Tan solo que necesito sentirme a solas, replegarme, no dar demasiadas explicaciones. Mis horas, mi tesoro. Sentirme en un cobertizo, ya digo. Y no sé si etimológicamente, cobertizo viene de sentirse a cubierto.
Y pensar sin explicar mucho, dejar que las palabras rueden por mi cabeza, mandarme cartas a mi mismo y estudiar si las reenvío a otros destinatarios. Sentir que las palabras que nos unen son hilos que nos ayudan a salir de laberintos, aunque haya minotauros aguardando afuera, no dentro. Querer que las palabras lleguen a ser nuestras embajadoras, en misiones diplomáticas absolutamente inservibles pero imprescindibles. Sueño con días sin horas, con versos brotando en los parterres sin que nadie sienta la necesidad de podarlos. Quisiera oler su perfume cuando recordara su rostro. Quiero el mejor antivirus para todo lo que inicie, quiero un cortafuegos eficaz.
Sólo tengo palabras. Ni más ni menos. Tenía nueve años cuando escribí mi primer poema, treinta y siete cuando hice el último, cuatro cuando aprendí a leer. Las palabras me gustan, espero yo saber gustarle a ellas.
8 Comments:
Ya lo creo que les gustas a las palabras, no hay más que ver cómo te ayudan a expresarte tan bien. La soledad nunca lo es si hay vida, al menos la propia.
mmmmmmmmmm... nada más y nada menos, playa, arena, Gil de Biedma, mecedotra, paz apacible, monólogos contigo mismo... y siempre LAS PALABRAS.
Enhorabuena creo que sabes vivir.
Me gusta la metáfora de sentirme en un cobertizo.
"Cada palabra es un viaje al lenguaje" (Violadores del Verso)
Creo que todos los amantes de la literatura necesitamos nuestro cobertizo particular, porque sólo en él degustamos y saboreamos las palabras, nos impregnamos de ellas y dejamos que nos recorran, a veces lentamente como suaves caricias y otras veces veloces y raudas, como arrastradas por el viento.
No puedo imaginar un mundo sin palabras. Hace poco leí un precioso cuento de José María Merino titulado "Las palabras del mundo", sobre un profesor que pierde la capacidad de interpretar y comprender las palabras. Te lo recomiendo vivamente.
Un saludo
Hola detective!
Me he sentido retratada en tu texto! También yo necesito y adoro estar sola. No soy una persona para nada independiente, las personas que quiero saben que sin ellos me moriría, pero eso no está reñido con el placer que supone estar horas y horas sola en mi cuarto, mi pequeño paraíso particular, con mis amados libros y mi cabecita pensadora y un lápiz y un papel y mi música... todo en perfecta armonía.
El vicio de la lectura es un vivio solitario por antonomasia. Por eso tampoco me aburro yo nunca! Un saludo!
Jejeje. Yo tampoco sé lo que es aburrirse... Por cierto, sigue mandando cartas, please.
Totalmente de acuerdo con Danidevito, me gustan las cartas que nos mandas cada día, detective ;)
Nos quedan las palabras...
suena maravillosamente bien
un saludo, detective
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