El mayor dolor
Como lector compulsivo de periódicos que soy, me encontraba esta mañana echándole un vistazo a la prensa local cuando una noticia captó mi atención, pues había ocurrido aquí, donde yo vivo. Para más inri, había ocurrido en los apartamentos en los que viví cuando me instalé en este lugar, con lo cual la curiosidad iba en aumento. La noticia era terrible, un niño se había ahorcado mientras jugaba con una sombrilla y una hamaca, un hecho tan fortuito como terrible. Me asusté al constatar que conocía a un niño con un nombre como el que allí se mencionaba y de una edad similar. El mundo se me vino abajo cuando coincidió también la nacionalidad, ucrania. Todo empezó a darme vueltas y tuve un pequeño atisbo de ataque de ansiedad. Inmediatamente llamé a un amiguete policía para que constatara datos, le indiqué el apellido del chico, que no constaba en la crónica periodística y le rogué que preguntara, que se asegurara. Crucé los dedos mientras esperaba su llamada, nunca deseé tanto estar equivocado y tacharme a mí mismo de alarmista. Cuando sonó el teléfono, la voz del amigo al otro lado apretó la palanca que explotaba la dinamita y me espetó: "confirmado, es él".
Llevo todo el día perdido, confundido y fundido, pero en negro absoluto. Al margen de que conocía perfectamente al chaval desde hace años, tenía trato cotidiano con él y acostumbraba a gastarle bromas sobre la manera que tenía de arrastrar el sonido erre, no se me ha ido de la cabeza la imagen de su madre. Temo volver a verla, cruzar mi mirada con la suya y no saber que hacer, que palabras bastardas emitir para intentar transmitirle algo, un mínimo de calor, de solidaridad, de compañía en el dolor. Todos volveremos a nuestra vida cotidiana pero ella ya nunca logrará superar ese terrible dolor, el dolor más inmenso que un ser humano puede soportar. El dolor de enterrar un hijo. Lamentablemente he tenido que asistir a ese dolorosísimo trance en tres ocasiones a lo largo del último año y medio, ver como padres despiden a sus hijos, yendo así contra cualquier mínima ley natural.
Podemos extraer lecciones sobre lo contado, pero no me apetece. Quizá ésto es, paradójicamente, la vida: descubrir de la manera más lacerante que todo, absolutamente todo, puede cambiar en el más insosopechado de los momentos. La distancia que nos separa cotidianamente del horror es ínfima, la misma posiblemente que la que nos acerca en algún momento a la grandeza. Pero hoy hay alguien que ya no va a tener nunca más la posibilidad de aprenderlo.
4 Comments:
Qué historia más triste, detective... qué cierto es eso de que todo puede cambiar de un momento a otro, deberíamos tenerlo presente más a menudo.
Recibe un abrazo desde aquí.
Parece que tenemos en común más cosas y coincidencias de las que creemos.Tengo en mi grupo a un niño de seis años,al que le diagnosticaron leucemia,en el mes de febrero.Me he enterado esta tarde, que le han dado dos paros cardiacos y que esta muy malito.¿sabes? Le estaba enseñando a leer y a descubrir mundos mágico detrás de cada dibujo de un cuento.Pero no pude terminar mi trabajo,era incompatible con su tratamiento.
Nos visitó varias veces ,cuando las fuerzas se lo permitían...y siempre "luciendo" aquella sonrisa tímida.¿Cómo podía explicarle todo lo que él me estaba enseñando a mí con aquella sonrisa?
Siento muchísimo lo de tu "amigo",siento muchísimo lo que esta pasando la familia...pero gracias a dios..no lo vieron irse poco a poco,día a día..Piénsalo
Un beso mi querido detective
Puuuuf, cuánto lo siento, de verdad Detective...me ha llegado al alma la historia...
Yo llevo desde hace 5 años enfrentandome a la muerte de seres queridos y es horroroso, pero lo de un hijo tiene que ser ya tocar el infierno con las manos...
Nadie debería pasar por eso NUNCA...
Saludos y ánimo!
hola detective, hoy he empezado a leerte, me gusta tu blog.
No hay explicación alguna para un suceso en el que pierda la vida un niño, no debe haber palabra alguna de consuelo, nada te debe reconfortar, es imposible ponerse en la piel de los padres. Yo tengo hijos y la piel de gallina tras leer tu historia.
Un saludito, volveré...
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