viernes, 23 de junio de 2006

Volver

El asesino siempre vuelve a la escena del crimen, reza un dogma que se repite cansinamente en cualquier manual de detectives. Regresar a aquellos sitios donde uno ha sido muy feliz o muy triste, o ambas cosas a la vez, no dejan indiferente a nadie, por muy amaestrado que se esté. Hoy he vuelto a uno de esos sitios, y me he sentido como el perro perdiguero al que se lleva al monte por primera vez en temporada de caza. Vamos, que sólo me faltó levantar la pata y marcar mi territorio. Muchas cosas cambiadas de sitio, nuevas caras, ubicaciones novedosas para objetos que parecían inamovibles. Mis sentidos permanecían alerta, intentando captar nuevos olores, creo que casi estuve a punto de convertirme en una antena parábolica, captando todas las ondas a mi alrededor. Sensaciones eléctricas que me apabullan de vez en cuando, cuando tengo la pausa suficiente para parar y analizar con todos mis sentidos lo que ocurre a mi alrededor. Ahora que empiezo a acometer antiguas tareas pero con diferentes expectativas, este tipo de percepciones me incitan a seguir adelante, a buscar nuevos pulmones con los que respirar el aire de siempre.
Se abre un nuevo mundo ante mis ojos. Me apetece mirarme hacia adentro a ver si cuento con el combustible necesario. No sé si pedir hora en la ITV para mí mismo. O tal vez avisar a los TEDAX para que desactiven la bomba que llevo dentro.
Creo que aprovecharé la hoguera de esta noche para empezar a quemar algunos objetos inservibles. Tengo tantos que ya no sé dónde ubicarlos. No, no me refiero al látigo y las esposas, no te preocupes. Son mucho mas inflamables.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Feliz y mágica hoguera!!

23 junio, 2006 18:14  
Blogger Cabiria said...

Vaya, veo que los siempre muy prosaicos detectives si se amaestran se trocan en seres sensibles que se atreven a mostrar su vulnerabilidad. Yo sospecho que los detectives siempre han tenido un enorme corazón bajo la gabardina.
Hay otra frase muy manida que canta que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. En efecto, hay otros infinitos lugares en los que perderse y ojos de infinitos colores en los que mirarse, pero es tan difícil dar con la ruta adecuada ¿verdad?, que a menudo damos media vuelta para regresar a un recuerdo y comprobar que ya no encajamos, y que además duele. Entonces cojemos una hoja en blanco y un color para pintar futuro. Escribimos un nombre al azar y siempre es el mismo, aunque preferimos pensar que no. El mío tiene los ojos de él, la risa de él, los brazos y los abrazos de él, y sin embargo, no es él. O eso quiero, que sé yo..... Imposible quemar recuerdos.

23 junio, 2006 23:07  

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