martes, 27 de junio de 2006

Soltando lastre

A la manera de los antiguos viajeros que utilizaban el globo aerostático como medio de transporte, voy aligerando peso según se acercan mis vacaciones y cierro una etapa importante de mi vida. Abandono temporalmente determinadas responsabilidades, hastiado de sentirme rehén de mediocres y emprendo un camino ya conocido pero igual de apasionante que lo fue hace diez años. La agradabilísma sensación que me embarga al saberme despojado de la carga que llegué a tener en los últimos tiempos sobre mis espaldas es inmensa. Por otra parte, cuelga dentro de mí la tristeza que me produce dejar un proyecto a medias, abandonar momentáneamente el trato con personas con las que ha sido un placer trabajar...Pero, de cualquier forma, no le arriendo la ganancia a nadie: ser la cabeza visible de algo termina siendo tan cansado como ser el único que sabe leer en un regimiento de artillería.
Tener la certeza de haber actuado de la manera mas correcta, mas justa y mas coherente es una sensación altamente saciante. La conciencia propia termina siendo el juez mas implacable: todo lo que queda sometido a su valoración no es susceptible de manipulación alguna. Los que padecemos de dificultades para dormir sabemos de que hablo. Que sea el sonido del despertador el que vuelve a levantarme por la mañana es un gran regalo, ya no volveré a estar desvelado desde el alba. O al menos ya no solo por eso. Preocupaciones seguiré teniendo, pero ya empezarán a ser mas democráticas, no la tiranía insómnica de los últimos meses...
Hoy pensaba sobre lo que es realmente importante y lo que no lo es. El ir despejando malezas, machete en mano, ofrece la visión de muchísimos aspectos que las zarzas hasta ahora ocultaban. Encargué libros chilenos hoy a una librería en la que estaré en verano, y la concatenación de pensamientos que me hicieron llegar a ello me hicieron sentirme lúcido y relajado. Soy capaz de disfrutar con las nimiedades que sólo a mí como individuo me satisfacen, esas tonterías que son capaces de levantarnos el espíritu un día o aguarnos la fiesta. Aquellas pequeñas cosas, que diría el maestro barcelonés.
Los libros, uno sobre Bolaño (cada día mas grande) y el otro, un antología poética de Kenneth Rexroth. Antes de tenerlos entre mis manos, han empezado a proporcionarme instantes de dicha. Será difícil que me defrauden, ya me han llenado de mucho simbólicamente.
Me queman estos últimos días, no encuentro aftersun que me alivie.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

...

27 junio, 2006 23:35  
Blogger desconvencida said...

¿Qué libro sobre Bolaño lees? ¿uno que publicó El Acantilado como homenaje?

28 junio, 2006 23:24  

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