viernes, 17 de noviembre de 2006

Hablando de mi primera novia

Aún sé que te debo una cocacola. Aquel día, en aquella excursión, te invité a que me acompañaras a los bajos de la guagua (autobús, para vosotros) y me acojonaba el que me preguntaras por el dichoso elemento, que por supuesto no tenía en mi mochila. No sé de que hablamos, sé que conté tres, dos, uno y te besé por primera vez. Sentí que te estaba envolviendo en una bolsa de papel celofán, y que te agradaba tanto como a mí que me adosara tanto a tí para hacerlo. Han pasado más de dieciocho años de aquel encuentro y todos los años recuerdo el día exacto del mes exacto. Casi me avergúenza reconocer que sí, que el PIN de mi tarjeta sigue siendo esa fecha. Paseamos luego por la villa mariana que ahora recorre Fernando Alonso del brazo de su novia y te sugerí, entre bromas y veras, que no me importaría nada quedar al día siguiente. Vaya impostor de dieciocho años, ardía en ganas de hacerlo.
La magia existe. Ese findesemana estaba solo en casa, mis padres se habían ido. No lo digo porque planeara algo, éramos tan absolutamente pardillos que eso no entraba en los parámetros de nuestro eje cartesiano. Aún no. Me permitió llegar a casa, escuchar música, no hablar con nadie, y sentarme a ver la tele. Aún recuerdas la peli, Truhanes. De ahí en adelante, cada vez que ves a Paco Rabal no puedes dejar de asociar la idea. Apenas entreviste la peli, pero se quedó ahí, en el rincón del perro de Pavlov.
Al día siguiente, quedaste en la esquina de los Multicines Galaxy's a las ocho. Era sábado y llegaste antes. Ella, como sucedería tantas veces después de eso, se retrasó. Tú ya pensabas que no venía. Cuando cruzó el paso de peatones con aquella minifalda, ya no sabías donde mirar. Ibas a espetarle sobre su retraso, fingir un cabreo ficticio, cuando ella volvió a estamparte un beso en tus labios.
Caíste fulminado. Frente a una previa respuesta así, pocos argumentos caben. Compraste las entradas para ver Días de radio, de Woody Allen y todo empezó a caminar.
Luego todo creció mucho. Eso es parte de otra historia.
Hoy sólo quería hablar de aquel findesemana, y de como una mujer aprendió a desarbolarme. Y de como aún lo recuerdo tan nítidamente. Todavía, si cierro lo ojos, la veo cruzar aquella avenida de Mesa y López. Ahí ganó la partida que se jugó en años venideros en el casino de mi alma.

27 Comments:

Blogger María Esquitin said...

Amigo que bonito recuerdo. Esa ternura de besos castos, y mentes extrañas, con cuerpos revolucionados de hormonas, queriendo probarlo todo, y llenos de miedos ... felicidades por ese bello recuerdo.

18 noviembre, 2006 00:15  
Anonymous Anónimo said...

lo mas bonito son esos momentos de inocencia y del principio de una relacion. luego todo se vuelve tan turbio que da asco.
es una pena que tenga que cambiar, pero supongo que en este mundo todo nace, crece, se reproduce y se muere. Es la cadena vital de todo lo que nos rodea.

18 noviembre, 2006 08:45  
Blogger Paula said...

La última frase...

realmente brillante. " ganó la partida que se jugó en el casino de mi alma..."

madre mía

Un abrazo

18 noviembre, 2006 11:52  
Blogger Porsela said...

Ummm, un placer leer recuerdos tan bonitos en escenarios tan conocidos y cotidianos para mí... y tan cercanos a los recuerdos que yo misma guardo.

18 noviembre, 2006 12:29  
Blogger Unknown said...

Qué lindo es cuando se está fraguando una relación!! Esa bola en el estómago, esa respiración entrecortada, ese no saber qué decir y ese aparentar indiferencia cuando por dentro te estás muriendo... de amor. Besito!

18 noviembre, 2006 13:50  
Blogger Tamaruca said...

(...)

Hacía tiempo que no me emocionaba tanto leyendo algo... y créeme que es difícil lograrlo.

A mi no me avergüenza el pin del móvil, ni el de mis tarjetas de crédito, ni la combinación numérica de mi maleta...ni muchas cosas más. Sé que Él se fue para siempre pero sé que no quería irse y todos esos pequeños detalles lo mantienen vivo y a mi lado de algún absurdo modo que me alivia vivir.

Gracias por compartir algo tan íntimo y tan bonito :)

18 noviembre, 2006 13:51  
Blogger Fede said...

Me gustaría tener algo original y bonito que decir. Pero ya está todo dicho.
Bonito descubrimiento, el detective. Gracias, Porsela.
Añadido a la barrita esa de la derecha.
Un saludo

18 noviembre, 2006 14:03  
Blogger pies diminutos said...

Uau! Es un precioso recuerdo, Detective... gracias por compartirlo con nosotros, además, lo has contado con tanta naturalidad y gracia que yo misma sentía las cosquillas típicas en el estómago... vivan los primeros amores!!

18 noviembre, 2006 14:32  
Anonymous Anónimo said...

Sí, estoy de acuerdo: la magia existe.

Tú la has creado con este texto...

18 noviembre, 2006 14:33  
Blogger Olvido said...

Sigue envuelta en celofán.

18 noviembre, 2006 16:03  
Anonymous Anónimo said...

nunca está de más quedarse con bellos recuerdos..
saludos

18 noviembre, 2006 16:05  
Blogger Javier López Clemente said...

Excelente detective, excelente.

Y una pregunta. Recuerdo uno cine en Las Palmas todo todito de rosa. Allí vi Pegy Sue se casó. ¿Alguna pista?

18 noviembre, 2006 16:56  
Blogger La Menina de la Reina said...

siempre resulta agradable acordarte de algo así...creo que es lo que mantenemos vivo en nuestra memoria...cnd algo se acaba siempre te quedas con los recuerdos más intensos...sería bonito volver a sentir algo asi

18 noviembre, 2006 17:04  
Anonymous Anónimo said...

Buenísimo detective, que poder de redacción!
Esos momentos son inolvidables, no sé porque, pero nos sucede a todos!

Besazos!

18 noviembre, 2006 18:55  
Anonymous Anónimo said...

Dios mío, casi lloro. Gracias por hacerme recordar a mi primer amor, aquella relación tan lejana en el tiempo, pero de la que guardo un recuerdo especial. Besitos, churro.

18 noviembre, 2006 20:34  
Blogger nancicomansi said...

cocacola y ternura...

18 noviembre, 2006 22:20  
Blogger Olvido said...

demasiado envuelta

19 noviembre, 2006 11:20  
Blogger atikus said...

Será el otoño que le vuelve a uno mas romántico…no se pero me has hecho recordar no sólo un momento sino unos cuantos aaaii…que diría un cantaooorrr

felicidades por el post

19 noviembre, 2006 11:23  
Blogger Lúzbel Guerrero said...

Refrescante recuerdo querido investigador, casi me he sentido en sus zapatos. ¿Porqué será (¿era así Joss?) que las señoras (y las tías en general) tienen esa vocación de llegar tarde?,; ¿es una estrategia?, ¿es inevitable?, ¿es una forma de establecer quién manda?. Odio la impuntualidad, aunque se la envuelva en besos.
Soy de los que se marchan a la segunda tardada; en la primera no lo hago para dar el aviso de que así será. Es que soy un galán recio ¿vió?.

19 noviembre, 2006 11:54  
Blogger gemmacan said...

Nunca pude llegar tarde a ninguna cita, de hecho media hora antes ya estaba acechando en alguna esquina oscura.
No se puede olvidar aquel primer encuentro, ni mucho menos el primer pico. Son momentos que se quedan tan grabados como un tatuaje.
Besos detective!

19 noviembre, 2006 13:02  
Blogger Valeria said...

Recordar el primer beso con esa ternura y conservar ese día como PIN...también dice mucho de ella, supongo...
Un beso, detective.

19 noviembre, 2006 14:01  
Anonymous Anónimo said...

Hay que ver con la magia de tus palabras, detective...

Nos has puesto a todos sentimentales recordando nuestro primer amor... Precioso post :)

19 noviembre, 2006 14:35  
Blogger quantum said...

Veo ese pasado muy presente.Será la literatura, será el amor, o las dos cosas, porque...¿dónde termina lo uno y empieza lo otro?
A tu sagacidad me encomiendo.

19 noviembre, 2006 14:57  
Anonymous Anónimo said...

Qué bonito detective, los recuerdos son los mejores regalos que podemos hacernos unos a otros. Gracias por contarnos éste.

19 noviembre, 2006 16:57  
Blogger Sintagma in Blue said...

¿Se es raro si el primer beso no te deja huella? (Ni siquiera recuerdo su nombre)

19 noviembre, 2006 17:01  
Anonymous Anónimo said...

Qué precioso relato, qué precisos detalles, qué enamorado de esa mujer, chico. Qué bonito y qué auténtico. Ya me quedé sin adjetivos.

19 noviembre, 2006 22:01  
Anonymous Anónimo said...

Joderrrrrr, qué bonito. Por un momento me gustaría ser ella. Seguro que tampoco te ha olvidado aunque te siga viendo.
Gracias.

23 noviembre, 2006 14:02  

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